Un espectacular jardín maduro a lo largo de la costa rocosa del noreste de Fishers Island brindó una oportunidad única para ubicar la casa; Los extensos jardines existentes preparan el escenario para la arquitectura. Entretejida en el paisaje, Fishers Island House es una arquitectura sutil, una estructura cimentada con precisión pero casi ingrávida. El acceso al camino de entrada establece una dramática relación axial a través de un bosque de manzanos silvestres hasta la puerta principal. Los delgados miembros estructurales de la casa se asientan ligeramente sobre el paisaje y sostienen un delicado enrejado de aluminio que filtra el duro sol del verano. Una coreografía de paredes de vidrio y patios ajardinados aparentemente trae los jardines a la casa y permite experimentar elementos tanto interiores como exteriores simultáneamente. Independientes en alineación paralela, las paredes interiores nunca se encuentran con el recinto. En cambio, forman una caja virtual dentro de otra caja, un volumen interior implícito. Estos planos paralelos canalizan largas vistas hacia el agua y el jardín, permitiendo solo que el panorama amplio y accidentado del paisaje marino emerja a la vista en el otro lado de la casa. Desde el vestíbulo de entrada, un estanque reflectante continúa el eje organizador, fusionando los límites entre el suelo, el agua y el cielo y extendiendo la experiencia de la casa hacia Long Island Sound. Junto a la entrada, la sala de estar y tres galerías están abiertas a vistas al Sound y al jardín. Pinturas modernas de mediados de siglo cuidadosamente colocadas, esculturas de bronce, cristalería colorida y muebles contemporáneos se ven realzados por la luz natural controlada y la sombra del enrejado.