El proyecto propuso utilizar los componentes programáticos (puestos de venta de artesanías y galpones de pescadores) para configurar un borde costero reconocible y articular, al mismo tiempo, un espacio público organizado y jerarquizado. Se añadieron estructuras de mayor tamaño (pero respetuosas con la escala local), estableciendo un diálogo con un paisaje urbano extremadamente fragmentado. La feria de artesanos se convirtió en el punto final de la calle comercial del pueblo, y generó una pequeña plaza que se articula con la playa. La materialidad propuesta apunta a una imagen de fragilidad que concuerda con el dominio natural del paisaje. La voluntad de generar espacio público se manifiesta en la continuidad de los espacios propuestos (calle, paseo costero, plaza), y sobre todo en la construcción de espacios de protección del sol y la lluvia, inexistentes en el casco urbano. La columnata de la feria y el cobertizo hacen posible la vida social, incluso en condiciones desfavorables.