2014 MCHAP
Parque Infantil Bicentenario
Elemental S.A.
Santiago, Chile
12 de abril
AUTOR PRINCIPAL
Alejandro Aravena/Elemental
AUTOR CONTRIBUYENTE
Ricardo Torrejón (Arquitecto) Luis Soler / Luis Soler Ingenieros (IngenierÃa estructural) Pascal Chautard / Limarà Lighting Design (Proyecto de iluminación) DC IngenierÃa Eléctrica (Proyecto eléctrico) GDI ingenierÃa (Plan de emergencia y seguridad) Marta Vivero / Parque Metropolitano de Santiago (Proyecto de paisajismo) )
CLIENTE
Gonzalo GarcÃa
FOTÓGRAFO
Cristóbal Palma VÃctor Oddó / Elemental
OBJETIVO
El principal desafÃo de Chile son las enormes desigualdades entre ricos y pobres, que han estado provocando crecientes demandas cÃvicas, presión social y tensión polÃtica. Para corregirlo lo único que escuchamos es la redistribución del ingreso. Pero las ciudades pueden funcionar como atajos hacia la igualdad porque los proyectos urbanos estratégicamente identificados pueden mejorar la calidad de vida sin tener que esperar a la redistribución del ingreso: sistemas de transporte público de última generación, viviendas sociales de alta calidad y espacios públicos significativos pueden corregir desigualdades de manera muy concreta y tangible. términos. En el caso de Santiago, a pesar del destacado crecimiento económico del paÃs en la última década, los estándares urbanos no han aumentado proporcionalmente. De hecho, Santiago no tiene un único lugar donde dar un largo paseo sin verse interrumpido por una calle o sin tener que compartir espacio con los coches. El Parque del Niño Bicentenario y el Paseo Metropolitano contribuyen a reducir la deuda histórica de espacio público de la ciudad: Santiago tiene un promedio de 4 m2 de espacio verde por habitante, siendo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 9 m2 por persona. (Londres tiene 44 m2 por habitante de espacio verde). AsÃ, en una ciudad con un clima privilegiado, con inviernos suaves y veranos largos, cálidos y secos, cualquier inversión en espacio público tiene un enorme retorno social, porque garantiza el acceso democrático a lugares donde la gente puede disfrutar de la vida. Un paseo como el Paseo Metropolitano serÃa no sólo un espacio público de escala metropolitana y magnitud geográfica, sino también un camino que conecte municipios ricos y pobres; un igualador social.
CONTEXTO
Las ciudades con mejor calidad de vida suelen ser aquellas que construyen su espacio público sobre sus principales accidentes geográficos: los paseos de RÃo de Janeiro a lo largo de sus playas, la costa de Barcelona a lo largo del océano, el paseo de ParÃs a lo largo del Sena. La caracterÃstica más poderosa de Santiago son las Montañas de los Andes, pero no hay ningún espacio público que las aproveche. El rÃo Mapocho que atraviesa el valle está ocupado por carreteras e infraestructura. El Parque Metropolitano, un cerro de 600 hectáreas que forma parte de los Andes, a pesar de su ubicación central en la ciudad, es de difÃcil uso debido a su pendiente. La única posibilidad que queda es la huella de un antiguo canal de riego en la base del Parque Metropolitano, que durante casi 15 kilómetros discurre suavemente, casi en horizontal, sin cruzar jamás una vÃa automovilÃstica. Desde hace 15 años intentamos transformar este antiguo canal en un paseo peatonal y ciclista. Cuando nos pidieron diseñar un Parque Infantil de 4 hectáreas en la ladera, pensamos en él no sólo como un equipamiento urbano sino como la fase inicial de este paseo de escala metropolitana.
ACTUACIÓN
QuerÃamos aprovechar la dificultad del terreno, al estar en una ladera, para resolver un dilema clásico de los juegos infantiles: hacerlos seguros o hacerlos divertidos. El fuerte desnivel nos permitió acumular la altura necesaria para hacerlos divertidos sin poner en peligro la seguridad. Un tobogán de 6 metros (divertido) en terreno llano implica que un niño tiene que estar a unos 4 metros del suelo (peligroso). En este caso, la pendiente permitÃa que un niño pudiera subir a un tobogán muy largo y todavÃa estar –siempre– a 30 centÃmetros del suelo. Lo mismo ocurre con una casa en un árbol: en lugar de subir verticalmente por el tronco del árbol hasta el follaje, la pendiente permitÃa que un niño caminara horizontalmente hasta la copa del árbol.